MUNDOS IMAGINARIOS
La Sinfonía de los Batoutos
Mis pies nunca han pisado una hierba tan suave como la de la collina de Mehatse, entre Iguzkimendi y Artzamendi. El paso de cada animal la ha acariciado, y quizás al caminar allí descalzo, uno echa raíces en un imaginario casi olvidado, pero aún vivo, tan palpable como los círculos de piedras erigidas que florecieron allí. Los llamamos «mairu-baratze», los jardines-necrópolis de los «maïru». Allí, puertas entre mundos, desde tiempos ancestrales contemplan los altos picos pirenaicos al este, y el mar al oeste.
De niño, subido a los hombros del poeta shawnee en el centro del cromlech, él atravesaba la niebla que venía del océano… y se convirtió en humo de palabras. Las palabras de los maïru. Ocultamos nuestra historia en los mitos de los Jentils, por miedo a que Kixmi la destruyera. Una parte de nuestra identidad vasca se refugia en el imaginario mitológico, protegida contra el pensamiento colonizador.
¿En qué pensaba Mandela al escribir aquellas cartas que jamás saldrían de la prisión de Robben Island? ¿Cómo cultivó ese jardín interior que, treinta años más tarde, transformaría Sudáfrica y al mundo? ¿En qué sigue pensando Leonard Peltier?
El imaginario ofrece lo posible a lo real. Entonces, para cambiar un mundo, primero hay que cambiar los imaginarios, cultivando la libertad y la diversidad biocultural.
Errobiko Festibala es uno de esos momentos efímeros donde germinan semillas multicolores en espíritus fértiles, regadas por las palabras de Joxean Artze, Itxaro Borda, Édouard Glissant, Barney Bush, Danyèl Waro y los cientos de artistas que han contribuido durante casi 30 años. ¿Qué futuros queremos inventar?
Este año celebramos los Mundos Imaginarios en tres actos, tres cantos, tres vibraciones entrelazadas:
- Enraizamiento original o reinventado: ¿Qué es una cultura, una lengua, sino un imaginario colectivo construido de generación en generación? Aunque el mundo haya cambiado, seguimos bebiendo de esa antigua fuente cuya agua siempre es nueva.
- Suspensión del sueño: mediante el canto, la danza, la contemplación, el trance, nos alimentamos de esos momentos suspendidos que nos ofrece el festival. Son los hilos con los que tejemos los sueños de la noche, que a su vez nos visten de día. Hacia la cima del Ursuya, al amanecer, ni el día ni la noche caen.
- Realidad soñada de una utopía vivida: dedicamos esta edición a los Batoutos, ese pueblo imaginario creado por Édouard Glissant, que vela “donde nuestras esperanzas aún no han encontrado nuestras acciones”. En un mundo donde el capitalismo y los nacionalismos han reducido el imaginario a las leyes de la eficiencia y del individualismo —hasta volver aceptable el apartheid, hasta aceptar la extinción de especies y culturas—, afirmamos lo indispensable del sueño, de la poesía y de la utopía vivida.
Bienvenidos al crisol del sueño, nos vemos en Itxassou. ¡Ongi Etorri Deneri!
— Para Ezkandrai, Julen Achiary
Director artístico del festival